Hay encuentros que hacen historia. En un día como hoy, de hace 100 años, aconteció una de esas reuniones. Su resultado fue transformador para Tucumán, hasta el punto de que sigue dando sus frutos. La trascendencia lo ocurrido fue tal que trascendió las fronteras argentinas y hasta los límites continentales. Y escribió una página, inclusive, en los reconocimientos de El Vaticano.

El 19 de marzo de 1921, Manuel Ramón García Fernández (el hijo del español Manuel García Fernández, fundador del ingenio Bella Vista) recibió en el chalet de la fábrica azucarera al sacerdote Lorenzo Massa. El resultado del encuentro perdura de manera imperecedera: es la manzana salesiana donde se construyó el colegio Tulio García Fernández. Los pormenores de esa audiencia, así como su contexto, son reveladores.

Según documenta la Fundación Bella Vista, el propósito de la visita del religioso era pedirle al industrial una colaboración para tratar de concretar un sueño que había proyectado hacía tres años. Alejandra Landaburu, en el libro “Niñez Juventud y Educación. El Proyecto Salesiano en Tucumán 1916/1931”, expresa que “en 1918 el padre Lorenzo Massa concibió su proyecto de conmemorar el centenario de la industria azucarera en Tucumán, que se celebraría en 1921, construyendo una nueva Escuela Técnica con la ayuda de los industriales azucareros”. El establecimiento “se levantaría en el terreno donado por la señora Serafina Romero de Nougués, que era de dos manzanas ubicadas en la Avenida Mitre al 300”.

En el libro, que forma parte de la biblioteca de la ONG tucumana, se lee que “para lograr su proyecto, el padre Massa proponía que los dueños de ingenios contribuyesen con $ 5.000 anuales desde 1918 a 1921, a los que debía agregarse un aporte del gobierno nacional de $ 25.000 anuales durante cuatro años, totalizando así la suma de aproximadamente $ 300.000, que demandaría la instalación de los talleres más la adquisición de máquinas valuadas en $ 50.000”.

HOMENAJE. La placa que se colocó durante la construcción del colegio

Esas cifras sirven para dimensionar lo acontecido hace exactamente un siglo: García Fernández se comprometió a donar nada menos que $ 1 millón para la concreción del proyecto salesiano. Y cumplió con su palabra.

Manuel García Fernández (padre) se encontraba en esos momentos en España, donde había retornado por una de las más penosas razones de su vida: la muerte de su hijo Tulio. Retornó del Viejo Continente el 24 de mayo, avaló la decisión de su hijo y el compromiso fue honrado el 6 de octubre: la firma de la Escritura de Donación se celebró en la escribanía de Emilio H. Gauna, según los registros de la Fundación Bella Vista.

La donación se realizó con sólo dos condiciones: que el colegio llevase el nombre del fallecido Tulio García Fernández y que los salesianos otorgaran anualmente becas para los hijos de los trabajadores del Ingenio Bella Vista, que serían propuestos por los García Fernández.

Las repercusiones

No bien se supo en Tucumán la generosa donación, se organizaron homenajes para perpetuar el reconocimiento a García Fernandez (padre). Todos ellos son detallados desde la Fundación.

Por un lado, se constituyó una Comisión presidida por el doctor José Ignacio Aráoz como presidente, Pedro Torrego como secretario y los doctores Ernesto Padilla y Servando Viaña, José M. Leudesforf, Augusto Mosna, Nicolás Ayala y Alejo H. Mois. Ese equipo reunió en un álbum 20.000 firmas y el 6 de agosto de 1922 concretó la ceremonia de entrega a García Fernández, en su casa de Bella Vista. Le expresaron que se trataba de un reconocimiento del Pueblo de Tucumán por su altruista gesto. A ese acto concurrió el gobernador de la Provincia, Octaviano S. Vera, sus ministros, los miembros de la Comisión de Homenaje y varios legisladores, además de una numerosa comitiva.

BENEFACTOR. García Fernández falleció apenas iniciada la construcción

Por otro lado, el día 15 de julio de 1923 se efectuó la colocación de una placa en el hall del Colegio Tulio García Fernández, en ese momento en construcción. La ceremonia estuvo enmarcada por una extraordinaria concurrencia. Los discursos estuvieron a cargo del doctor Rodrigo Amorortu en nombre de la Comisión de Homenaje; el padre Massa, director del colegio; y el alumno Antonio Diegues. Los estudiantes engalanaron la presentación con una muestra gimnástica.

García Fernández falleció tres meses después. Su hijo, Manuel Ramón, militó en la Unión Cívica Radical concurrencista (es decir, no abstencionista) y llegó a ser su presidente entre 1938 y 1943. Fue dos veces senador nacional por Tucumán. Primero, entre 1936 y 1938, para completar el mandato de Nicolás Matienzo, quien había fallecido. Luego fue elegido para el período 1938-1947. Como se recordará, con anterioridad a la reforma constitucional de 1994, los miembros de la Cámara Alta de la Nación duraban nueve años en sus cargos y eran propuestos por el gobernador, con el acuerdo del Poder Legislativo provincial. Su mandato fue interrumpido por el golpe de estado de 1943.